Era un día de esos, de noches de invierno de lluvia y viento. En los que uno se sienta a la mesa a conversar y compartir ciertos relatos, es así como mi madre me contó la siguiente historia que había pasado.
Ella vivía junto a su familia y hermanos en un lugar muy apartado de la ciudad. La movilización, era de muy difícil acceso, por lo que debían caminar por muchas horas para poder ir al pueblo y esto conllevaba tener que salir de madrugada para alcanzar el primer bus.
Fue en una de estas madrugadas, ese día estaba oscuro, sin luna y con mucho frío, en la que caminaban por la huella que estaba marcada por el paso de las personas y animales que transitaban por ese lugar.
Ya llevaban varias horas de caminata con sus inseparables perros, al parecer iban un poco retrasadas, en ese instante por el frente se les aparece un hombre alto, de manta y sombrero negro. Al que los perros al verlo se atemorizaron y comenzaron a llorar.
Mi abuela al ver al hombre le pregunta si acaso lleva hora, a lo que este hombre no contesta y solo avanza y sigue su camino, ella no muy asombrada no le presta mucha atención a la situación vivida.
Pero posteriormente a eso, ellas relatan lo vivido a una Machi del lugar, quien les menciona que por este mismo camino solía transitar la serpiente del maligno. y que habían tenido suerte de poder haber seguido su camino.
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